Hoy en día, la energía procedente del sol se ha convertido en una gran alternativa para reducir el gasto derivado del consumo energético. Además, se trata de una energía limpia y renovable. Sin embargo, no hay una única forma de aprovecharla. De hecho, principalmente existen dos tipos de tecnologías relacionadas con este tipo de energía: la solar térmica y la fotovoltaica. En este post, vamos a hablar de sus diferencias.

Temperatura frente a energía

En primer lugar, la mayor diferencia entre estas dos formas de aprovechar la energía solar reside en resultado de la misma. De la solar térmica, se aprovecha la radiación solar para calentar el agua caliente sanitaria. Por otro lado, de la fotovoltaica, se aprovecha para convertirla en energía con la que abastecer nuestros hogares.

Como se puede deducir, ambas aprovechan los rayos solares, pero cada una se centra en una propiedad diferente de los mismos

Los paneles

Una de las grandes diferencias entre la energía solar térmica y la energía fotovoltaica reside en sus paneles. Los paneles que se usan para cada una de estas tecnologías son diferentes, así como su destino final: la solar térmica suele utilizarse para uso residencial, mientras que la fotovoltaica puede utilizarse tanto para uso residencial como para grandes instalaciones.

La solar térmica, por ejemplo, usa tres tipos de colectores:

  1. Colector de baja temperatura, que alcanza los 65ºC. Es el más recomendable para uso doméstico.
  2. Colector de media temperatura, que alcanza los 300ºC.
  3. Colector de alta temperatura, que alcanza los 500ºC.

Sin embargo, la energía fotovoltaica hace uso de tres tipos de paneles distintos:

  1. Paneles solares monocristalinos. Son los que más rendimiento ofrecen, pero también tienen el coste más elevado.
  2. Paneles solares policristalinos. Tienen algo menos de rendimiento que los monocristalinos, pero también menor pérdida de temperatura.
  3. Paneles solares amorfos. Son los que menos rendimiento y durabilidad tienen. No se recomiendan ni para viviendas ni para grandes instalaciones.

La manera en que se almacenan

La forma en que estas energías se almacenan también difiere. En el caso de necesitar almacenar la energía, la energía solar fotovoltaica lo consigue a través de grandes baterías mientras que la térmica lo hace en depósitos de agua, que se mantienen calientes.

El uso al que están destinadas

Por un lado, la solar térmica se utiliza para calentar fluidos, que a su vez se destinan a la producción de agua caliente sanitaria. Además, también sirven para la climatización de edificios y hogares.

La energía fotovoltaica, por su parte, ofrece la posibilidad de utilizarse para el autoconsumo eléctrico, pues aprovecha los rayos solares para convertirlos en energía con la que alimentar motores y aparatos eléctricos.

¿Hay mucha diferencia de precio en su instalación?

La respuesta rápida es: no. Ambas tienen un coste que se amortiza en unos años y su precio es bastante similar. El decantarse por una o por otra debería basarse más en las prestaciones que queramos obtener de ellas.

La “tercera opción”

Además de estas dos tecnologías, existe una “tercera opción”: la energía solar pasiva, que es el método tradicional de construir las edificaciones de tal manera que se pueda aprovechar al máximo el impacto de los rayos del sol y maximizar la retención de calor.

Sea como sea, invertir en este tipo de tecnología es muy beneficioso en un país como el nuestro, referente en el aprovechamiento de la energía solar, en el que tenemos acceso al sol casi todos los días del año.

Además, desde la aprobación del Real Decreto 244/2019 sobre el autoconsumo, ya no existe el impuesto al sol, se establece una compensación por los excedentes, y se facilitan todos los trámites y permisos para las instalaciones con una potencia menor a 100 kW.

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Fuente: Orkli EcoSistema